Escuchas que revelan la trama del golpe

“Tiene que haber impeachment, no hay otra salida”, afirmaba en marzo el ahora flamante ministro de Planificación, Romero Jucá, en diálogo con Sergio Machado, otro actual funcionario del gobierno interino de Michel Temer. Ambos hombres están investigados por el juez Sergio Moro por participar supuestamente de sobornos en Petrobras.

La escucha, que forma parte de la causa, fue difundida por el diario Folha de Sao Paulo y revela que el juicio político contra la presidenta brasileña Dilma Rousseff fue abierto con apoyo del entonces vicepresidente Temer y de la oposición al Partido de los Trabajadores como un pacto para frenar la investigación por corrupción.

Jucá está investigado por supuesta corrupción en obras del sector energético y es uno de los ministros más fuertes de Temer y hombre clave del sector conservador del Partido del Movimiento de la Democracia Brasileña (PMDB). Machado fue colocado por el PMDB como presidente de Transpetro, subsidiaria de la petrolera estatal Petrobras.

En la conversación, Jucá también menciona al senador y excandidato presidencial Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) Aecio Neves y al actual canciller interino, José Serra.

La transcripción del audio también revela que Jucá conversó sobre cómo frenar la operación Lava Jato sobre sobornos en torno a Petrobras y empresas estatales con miembros del Supremo Tribunal Federal y con comandantes militares en torno a un gobierno que en marzo imaginaba como de “unidad nacional” en reemplazo de Rousseff.

“Ayer conversé con ministros de la corte. Ellos dicen que sólo existen condiciones sin ella (Dilma). Si ella sigue ahí, la prensa, hay gente que quiere sacarla porque esta mierda no se detendrá nunca. Entonces estoy hablando con los generales, comandantes militares. Está todo tranquilo, dicen que van a dar garantías. Están monitoreando al MST (Movimiento campesino Sin Tierra) para que no perturben”, dice el ministro Jucá.

Machado, quien era del PSDB y trabajó en campañas con Neves y luego se pasó al PMDB, le sugirió a Jucá buscar una salida política por temor a que él fuera detenido por el juez Moro y supuestamente revelar vinculaciones con la cúpula del partido de Temer y el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, suspendido en sus funciones por la Corte a raíz de que está procesado por corrupción.

Dice Machado en la escucha: “Creo que la salida de Dilma debe darse por licencia o por renuncia. La licencia es más suave. Michel forma un gobierno de unión nacional, hace un gran acuerdo, protege a Lula, protege a todos. Este país vuelve a calmarse porque nadie aguanta más. Esta cagada de estos fiscales de San Pablo (que pidieron la prisión de Lula) ayudó mucho”.

Por su parte, el actual ministro de Planificación, uno de los autores del ajuste que debe anunciar Temer en las próximas horas para enfrentar el déficit en las cuentas públicas, lamentó no conocer al juez de la Corte que lleva el caso Petrobras para personas con fueros, Teor Zavazcki.

El ministro le recomienda a Machado que hable de su situación con el ex presidente José Sarney (1985-1990), cacique del PMDB, con Cunha y con el titular del Senado, Renán Calheiros, a quien acusaba de “no entender nada” por oponerse, en un principio, al juicio político a Rousseff.

“Vos tenés que ver con tu abogado cómo te podemos ayudar -le dice Jucá a Machado-. Tiene que haber política. Hay que resolver esta mierda, hay que cambiar el gobierno para poder estancar esta sangría”, revela el golpe blando contra Rousseff. In Página 12/ Argentina

Usos de la corrupción

Por Horacio Verbitsky
Página 12/ Argentina

La simultánea suspensión de Dilma en Brasil y la imputación y el procesamiento de Cristina aquí marcan el pico de la ofensiva antipolítica, con el pretexto de la corrupción. El gobierno argentino celebró la caída de Dilma por la posibilidad de debilitar el Mercosur y avanzar hacia acuerdos con la Unión Europea y la Alianza Transpacífica. El tema fue tratado por Obama y Macrì en marzo. La prohibición de despidos puede ser ley esta semana.

El jueves 12, Dilma Rousseff fue suspendida como presidente del Brasil y el fiscal Carlos Rívolo imputó por cohecho a la ex presidente argentina CFK. Al día siguiente, el juez Claudio Bonadio procesó a Cristina y a su ex ministro de Economía Axel Kicillof por una operatoria legítima de política económica adoptada por el Banco Central para mantener bajo control el tipo de cambio, que el gobierno de Maurizio Macrì devaluó a pocos días de suceder a CFK, con grandes ganancias para miembros de su familia y de su gabinete. Las políticas socioeconómicas que anuncia el vicepresidente en ejercicio del Poder Ejecutivo de Brasil, Michel Temer, son las mismas que aquí está imponiendo Macrì, cuyo ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso de Prat-Gay, celebró que el PT perdiera el gobierno de Brasil, porque así será posible subordinar el Mercosur al acuerdo con la Unión Europea y el ingreso de ambos países a la Alianza Transpacífica que impulsa Estados Unidos, tal como Macrì conversó con Barack Obama en marzo. Como desmentida de que gobierne para los ricos, a Macrì no se le ocurrió nada mejor que rodearse de un centenar de poderosos empresarios. Les dio a firmar un documento elogioso de su gobierno y crítico del proyecto que prohíbe los despidos por seis meses, sancionado por el Senado y que la Cámara de Diputados podrá convertir en ley esta semana. Sin inmutarse pusieron la firma pero no esperaron ni una semana para proseguir con los despidos. Frente al ministerio de Educación, el jueves se produjo la cuarta gran movilización en un mes y medio contra las políticas oficiales. Si Macrì cumple su promesa de vetar la ley contra los despidos, además podría producirse el primer paro general.

Ya hace 30 años, el mismo día de diciembre de 1986 en que el Congreso argentino votó la ley de punto final, el de Uruguay sancionó su equivalente, de caducidad de la pretensión punitiva del Estado. La voluntad estadounidense de entonces para terminar la persecución penal a los autores militares de los crímenes de ambas dictaduras está tan bien documentada como las gestiones del entonces presidente Raúl Alfonsín ante su colega oriental Julio María Sanguinetti y ante el hijo del líder opositor Wilson Ferreyra Aldunate, a quien le transmitió un mensaje recibido de la embajada norteamericana, sobre un 50 por ciento de probabilidad de golpe de Estado si no se detenían los juicios.

La coordinación entre los procesos de destitución y hostigamiento de Dilma, Lula y Cristina sólo puede afirmarse hasta ahora por la constatación de su simultaneidad, el contexto internacional y la simpatía de los mismos actores, nacionales e internacionales. Del apoyo externo a la desestabilización en la Argentina se conoce hasta la confesión de uno de los blogueros que viajaron a Brasil para recibir financiamiento de los fondos buitre. Lo único transparente de esta historia es el intento de sacar de circulación a los líderes populares capaces de unificar a los distintos sectores descontentos para revertir las políticas neoliberales, Lula en Brasil, CFK en la Argentina.

El combustible y la máquina

En los dos países, el combustible que alimentó la máquina destituyente fueron las denuncias de fraudes contra la administración pública. El vehículo de su divulgación fue una prensa gráfica y audiovisual al mismo tiempo parte y articuladora de los intereses económicos afectados por los respectivos gobiernos populistas, y el mecanismo de conversión de esas denuncias en hechos políticos, un Poder Judicial extralimitado, presidido por dos ambiciosos de vanidad insondable y un afán de protagonismo excitado por aquellos medios. Los desenlaces fueron distintos: Joaquim Barbosa dejó en 2014 la presidencia del Superior Tribunal de Justicia de Brasil y hoy desde el llano objeta el impeachment de Dilma, mientras Ricardo Lorenzetti sigue creyendo que su oportunidad se aproxima, para lo cual luego de acabar con CFK, la vindicta judicial debería dirigirse a Macrì. Con una economía en recesión profunda durante dos años, Dilma fue suspendida y sólo una contundente respuesta popular podría impedir su destitución dentro de seis meses; Cristina terminó su mandato y dejó un país con moderado crecimiento, la menor desocupación en un cuarto de siglo, la inflación elevada pero en descenso y el endeudamiento en divisas con acreedores privados más bajo en dos siglos de historia argentina, medido en proporción al Producto Interno Bruto. Dilma ganó la reelección pero al inclinarse por las políticas de ajuste que había impugnado en campaña y al alejarse de Lula, precipitó una crisis política que no logró revertir ni siquiera con la enmienda de aquel rumbo equivocado, que llegó tarde. CFK no pudo postular a una nueva reelección porque la Constitución permite un máximo de dos mandatos consecutivos y aún así el candidato de su frente político fue vencido en el balotaje por un estrecho margen de dos puntos porcentuales. La demolición de su liderazgo en la Argentina y del de Lula en Brasil es la ocupación principal de los respectivos gobiernos y, aquí, de sectores dirigentes de su propia fuerza, que la perciben como el mayor obstáculo para sus aspiraciones de sucederla. Ambas presidentes cometieron errores que facilitaron la tarea de sus adversarios y/o enemigos, pero ése es el dato menos relevante del panorama actual, porque no fueron esas falencias la razón de la inquina en los sectores tradicionales del poder político y económico, sino las transformaciones políticas, sociales y de alianzas internacionales que ambos gobiernos impulsaron.

Durante las 24 horas del día las propaladoras mediáticas de los dos países instalaron la idea de sistemas carcomidos por una corrupción generalizada, que terminó por asociarse con el propio sistema democrático. Con todos sus defectos, la política es el único escudo con que los sectores populares pueden cubrirse de las embestidas de los poderes fácticos. Su deslegitimación constituye así un objetivo estratégico de esos sectores. La misma operación derivó durante el siglo anterior en una sucesión de golpes militares que desplazaron a los gobernantes electos Hipólito Yrigoyen, Juan Perón, Getulio Vargas, Arturo Frondizi, Janio Cuadros, Joao Goulart, Isabel Martínez de Perón. En Brasil aportan leños a la hoguera las iglesias evangélicas, que tienen fuerte representación tanto en los medios audiovisuales como en el Congreso; en la Argentina, el Episcopado Católico, presidido por José María Toté Arancedo, primo hermano del ex presidente Raúl Alfonsín. El mayor de sus hermanos, Ricardo Perucho Arancedo, se encargó de la sociedad familiar Arancedo Hermanos, que está entre los principales consignatarios de hacienda del país. Dos hermanas del prelado, Marilina y María Amalia Arancedo, se casaron también con fuertes ganaderos y el primo Roberto Arancedo preside el Mercado de Liniers desde hace casi un cuarto de siglo. La insustancial declaración que Arancedo firmó por el Bicentenario plantea la corrupción de los políticos como un asunto de la mayor gravedad, con citas expresivas de su antecesor en el cargo, Jorge Bergoglio, hoy Papa Francisco, quien la menciona como “llaga putrefacta”. En la conferencia de prensa en la que se entregó el documento, Arancedo dio su pueril explicación de los males sociales: “Cuando alguien se queda con un vuelto, eso significa pobreza, pobres que sufren”. El documento también reivindica a la justicia y reclama su independencia, lo cual anticipa el respaldo que recibirá Lorenzetti en el Vaticano como jefe del partido judicial, cuando viaje el mes próximo. Algunos de los columnistas más cotizados de la televisión argentina reclaman a los alaridos la detención de la ex presidente CFK, aunque hasta ahora no se le ha probado ningún acto ilegal. En el caso de Dilma, ni siquiera hay presunciones y denuncias. Hasta aquellos políticos opositores que votaron a favor del juicio político se abstuvieron de formularle cargos por cualquier desvío de fondos públicos en beneficio propio y sólo la acusaron por la reasignación de partidas del presupuesto, algo que hicieron todos los gobernantes que la precedieron y que es práctica generalizada en el mundo, como flexibilidad imprescindible para el funcionamiento de administraciones complejas, en las que no es posible prever todas las variables en forma rígida. Otra similitud entre ambos procesos nacionales es que quienes pretenden encarnar la virtud ante gobernantes viciosos tienen a su vez denuncias por delitos tanto o más graves y alguno como Eduardo Cunha, fue separado de la presidencia de la Cámara de Diputados brasileña una vez que se confirmó su procesamiento por lavado de dinero con cuentas no declaradas en el exterior.

Hablemos de corrupción

Varios jueces de la Corte Suprema de Justicia fueron sometidos a juicio político la década pasada por haber obstruido que se investigara un contrabando de automóviles por el que había sido procesado el actual presidente Macrì, utilizando como instrumento una compañía offshore radicada en el Uruguay. Hoy Macrì está bajo examen judicial por otras compañías offshore, aquellas que aparecieron en la base de datos del Consorcio Internacional de Periodismo de Investigación bajo la denominación genérica de Panama Papers. El presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger está procesado por su participación en el ruinoso Megacanje de 2001, que incrementó la deuda externa en decenas de miles de millones de dólares. Macrì comparte el honor de los Panama Papers con el primer ministro británico David Cameron y ambos han derivado la responsabilidad hacia sus respectivos padres. Para el argentino es un poco más difícil, porque su progenitor vive y sigue con la sangre en el ojo por el modo en que hijos y sobrinos lo despojaron del holding familiar. El carterista que para desviar a la multitud que lo persigue huye gritando “Al ladrón, al ladrón” es un clásico del humor gráfico. Cameron tuvo la audacia de convocar a una cumbre mundial contra la corrupción, en la que la canciller argentina Susana Malcorra representó a Macrì. Desde hace años, el economista argentino Jorge Gaggero señala a las guaridas fiscales como el elemento clave en la fuga de capitales, que en muy pequeña medida involucra a los gobiernos. Las transferencias netas de recursos financieros desde los países pobres y medios hacia los más ricos crecieron de 46.000 millones de dólares anuales en 1995 a un estimado de no menos de un billón (en la nomenclatura argentina, es decir un millón de millones) en 2010, que se van en “pagos masivos de deuda, los desequilibrios comerciales, la fuga de capitales y la acumulación de activos externos en divisas fuertes”. Ocho de las diez guaridas más opacas e importantes están en América del Norte o Europa. La primera, en los Estados Unidos (el estado de Delaware), la segunda y la tercera son europeas continentales (Luxemburgo y Suiza), la cuarta caribeña (las Islas Caiman) y la quinta inglesa (la City de Londres). Gaggero incluye un cuadro basado en los datos de Raymond Baker (“El talón de Aquiles del capitalismo”, de 2005): el 64,3 por ciento de los flujos ilícitos globales correspondía a transacciones comerciales; el 30,6 por ciento a actividades delictivas y el 5,1 a corrupción gubernamental. Con ocasión de la cumbre convocada por Cameron en homenaje a su difunto padre, los principales periódicos financieros del mundo y el más importante diario independiente inglés, publicaron sendas investigaciones sobre los aspectos más oscuros del sistema financiero internacional. La del Financial Times se titula “Dinero negro, el secreto sucio de Londres” y describe a la City como “centro global de las finanzas ilícitas” y un agujero negro para el lavado de dinero y la evasión fiscal. En el mismo artículo, Alex Cobham, investigador principal de la organización de la que forma parte Gaggero, Tax Justice Network, dice que la red británica secreta es la más grande del mundo y que los bancos británicos y sus subsidiarias siguen lavando cada año “centenares de miles de millones de dólares de dinero de origen delictivo”. En The Guardian, el columnista Simon Jenkins afirma que “la esencia de un estado corrupto es el capitalismo de amigos”, que consta de “sobornos, arreglo de licitaciones, evasión fiscal y abuso del poder político para procurar ganancias personales o empresariales”. Sobre ese mismo concepto, The Economist compone un ranking mundial titulado “Capitalismo de amigos en el mundo”, en el que Gran Bretaña cumple un rol descollante. El periódico estima que un tercio de la inversión extranjera global se canaliza a través de guaridas financieras, en su mayoría británicas, e ironiza que convocar en Londres una conferencia contra la corrupción evoca la elección de Libia para presidir la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en 2003. Al referirse a los enclaves de Jersey, Gibraltar, Bermuda y las Islas Vírgenes, afirma que Cameron debería decirles que pueden independizarse y federarse con Panamá si lo desean, pero de otro modo “debería cesar su hospitalidad con quienes roban a los contribuyentes de todo el mundo”.

Las guaridas británicas se establecieron “como forma económica de mantener colonias sin necesidad de subsidiarlas. Ahora constituyen una masiva desviación de recursos globales, para evitar el pago de impuestos a los estados soberanos”. La publicación estima que esos escondrijos impositivos albergan unos 20.000 a 30.000 billones de dólares, es decir 20.000 a 30.000 millones de millones (trillion en inglés).

The Economist afirma que las empresas de alta interacción con el Estado son vulnerables al capitalismo de amigos, y entre ellas enumera casinos, contratos de defensa, bancos, obras de infraestructura y tuberías, puertos y aeropuertos, construcción y negocios inmobiliarios, acero, minería, commodities, telecomunicaciones. En términos argentinos esta definición incluiría, entre otros, a Lázaro Báez, Cristóbal López, Angelo Calcaterra y Nicky Caputo, pero también a Paolo Rocca, Eduardo Eurnekian, los hermanos Bulgheroni y la propia famiglia Macrì. Este es el problema estructural que ninguna fuerza política significativa parece interesada en plantear, porque las discusiones sobre el tema sólo procuran el escándalo que tan fácil se suscita como se olvida y la utilización como arma arrojadiza contra los adversarios políticos. La Argentina no es una excepción. Para la Tax Justice Network, pese a toda la retórica de la cumbre, el gobierno británico no exigió a sus territorios de ultramar y posesiones de la corona que se ajusten a las normas de transparencia que se les exigen a Nigeria, Afganistán o Kenya. Otro tanto puede decirse de Estados Unidos, el único centro financiero internacional que rehusó comprometerse como lo hicieron 101 países, al intercambio automático de información. “Que no se vuelva a hablar de la corrupción como un problema de los países en desarrollo”, concluye la Tax Justice Network.

El largo adiós de Dilma

Temer sabe que asumirá la presidencia ostentando en la frente el sello de golpista traidor

 

por Eric Nepomuceno
Página 12/ Argentina

Ayer, víspera del último día del gobierno de Dilma Rousseff, estaba previsto un almuerzo con el ex presidente Lula da Silva, para detallar, una vez más, “la estrategia de resistencia”. Para el día siguiente y los que vendrán.

A última hora, la todavía presidenta almorzó con sus ministros más cercanos, mientras Lula se reunió con dirigentes del PT, de centrales sindicales y movimientos sociales, para definir la “liturgia de la salida” de Dilma.

Porque todos daban por seguro que el pleno del Senado aceptará hoy que se abra el juicio político para destituir a la primera presidenta que Brasil eligió. Mañana mismo Dilma será alejada de su puesto, por hasta 180 días. Al cabo de ese período, se dará la sentencia final.

La sensación nítida y concreta entre los allegados más cercanos a Lula es que empieza el largo adiós.

Para tanto, serán necesarios, hoy, 41 votos o la mitad más uno de los senadores presentes. Hasta la noche de ayer había dudas sobre el número que será alcanzado, y también su consecuencia. Al final del juicio, que podrá extenderse por seis meses, serán necesarios 54 votos favorables a su deposición irreversible.

Por tal razón el número de votos favorables a la apertura del juicio indicarán las posibilidades de que, al final del camino, Dilma Rousseff logre recuperar su mandato. Ella promete resistir, defenderse hasta el final, y así intentar que no se alcance la meta fatídica de los dos tercios de senadores.

La previsión ayer era que hoy 50 de los votos sean favorables al juicio. Si la marca es superada, aunque sea por un solitario senador, quedará patente que la situación de la presidenta es inexorable.

Quien estuvo con Lula da Silva desde la abrumadora votación en el pleno de la Cámara de Diputados, el domingo 17 de abril, cuando se decidió por autorizar el Senado a enjuiciar a la presidenta, se impresionó con su estado de espíritu. Veterano combatiente de mil combates, Lula está triste, decaído, dolido y preocupado. Sabe que Dilma está prácticamente liquidada.

Su gran preocupación se debe a otra razón muy concreta y evidente: el objetivo del golpe no se limita a la presidenta. El verdadero blanco es él, Lula da Silva, que sigue con inmenso potencial electoral, pese a todo el desgaste, y hoy por hoy sería favorito en una disputa presidencial.

Ayer por la tarde el presidente del Senado y del Congreso, Renan Calheiros, del mismo PMDB que pasó de aliado desleal a traidor consumado, detalló el ritual de la votación que empezará a las nueve de la mañana de hoy y deberá extenderse por la madrugada del jueves.

A cada orador Calheiros concederá 15 minutos. Luego el autor del informe, senador Antonio Anastasía, dispondrá del mismo tiempo, así como el Abogado General de la Unión, José Eduardo Cardozo, que defiende la presidenta. Ayer, a las siete de la noche había 66 oradores inscritos.

Es decir, todas las formalidades legales, toda pompa y circunstancia para encubrir una farsa. El relator del proceso, Antonio Anastasía, acusó a Dilma de crimen de responsabilidad por haber bajado seis decretos alterando gastos del gobierno, algo rutinario en todas las esferas administrativas. El mismo Anastasía olvidó que, cuando gobernó Minas Gerais, bajó nada menos que 55 decretos semejantes.

Sobran nutridos ejemplos de hipocresía y cinismo. Senadores que fueron ministros tanto de Lula como de Dilma ahora los acusan de crímenes de los más diversos calibres.

La Constitución es muy clara con relación a los crímenes de responsabilidad que pueden motivar la destitución de un presidente electo por el voto popular. Dilma Rousseff no cometió ninguno de ellos.

Pero a estas alturas, nada importa. Los derrotados en las urnas supieron imponer su resentimiento por encima de la votación popular. Se aliaron a lo que de peor existe en una legislatura que es la peor en medio siglo, con tal de lograr o que les fue negado por las urnas.

El Michel Temer que asume el puesto de Dilma jamás obtuvo una única votación significativa en sus elecciones para diputado nacional. Nunca logró superar los 190 mil votos. Alcanza la presidencia dependiendo del voto de solamente 54 brasileños, senadores de la República. Ironía de la vida: Dilma obtuvo los votos de 54 millones 500 mil votos populares.

Las horas finales del largo adiós de Dilma fueron tensas para Temer. Sabe que asumirá la presidencia ostentando en la frente el sello de golpista traidor. Sabe que enfrentará la durísima resistencia de los que consideran su gobierno ilegítimo. Hasta la última hora dudaba sobre cuál será el diseño de su gobierno, y trataba de saber cómo lograr el apoyo en el Congreso, a través del balcón de negocios de puestos, cargos y presupuestos, distribuidos a los mismos que se aliaron a Dilma y luego, como él, la traicionaron.

Dijo ayer que reducirá los 32 ministerios a 22. Anunció el nombre de 13 de ellos. Cinco fueron ministros de Lula o Dilma o de ambos. Así las cosas.

Mañana termina el período del actual gobierno. Mañana empieza la resistencia. Mañana empiezan días de tormenta para un país atormentado.

Dilma arma una agenda de izquierda para resistir

ACTOS CON LA CENTRAL GREMIAL, ENTREGA DE VIVIENDAS Y ANUNCIOS SOCIALES EN MATERIA DE SALUD

 

Reunida con sus asesores más fieles y dirigentes sociales en el Palacio del Planalto, la mandataria quiere evitar que Temer se atribuya trabajos de licitaciones en aeropuertos. La presidenta convocará al consejo de política indígena.

La presidenta brasileña Dilma Rousseff prepara una agenda de izquierda para resistir fuera del poder, si llega a ser apartada del cargo con el juicio político que se realiza en el Senado. Mientras, el vicepresidente, Michel Temer, en caso de asumir la jefatura de Estado, formará un equipo especial para reinaugurar la era de las privatizaciones en Brasil.

En el marco de la votación que se realizará en el Senado el 11 de mayo y que podría dejar a Rousseff suspendida por seis meses, la mandataria estudia una agenda de izquierda para establecer una marca cercana a los movimientos que la defienden en las calles. La organización del gobierno y del Partido de los Trabajadores (PT) pasa por cómo encarar una resistencia sin reconocer al gobierno de Temer durante los seis meses en los cuales ella estaría apartada de la presidencia hasta un veredicto final del Senado. El alejamiento de la presidenta del poder debe ser aprobado por mayoría simple de los 81 senadores. Si en 180 días el Senado no resuelve la cuestión, Rousseff volverá al cargo, pero el país, tras seis meses de Temer, se encontrará en otras condiciones. “Un gobierno de Temer, golpista, no tendrá paz en las calles”, dijo el presidente de la Central Unica de Trabajadores (CUT), que prepara un acto para del 1° de mayo en San Pablo, para denunciar el golpe, ocasión que podría contar con la presencia de Dilma. “El objetivo del golpe es darle al empresariado la posibilidad de derogar las leyes laborales que rigen desde 1943”, concluyó Freitas.

Reunida con sus asesores más fieles y dirigentes sociales en el Palacio del Planalto, la mandataria quiere evitar que Temer se atribuya por ejemplo los trabajos de licitaciones en cuatro aeropuertos (Puerto Alegre, Fortaleza, Florianópolis y Salvador). “Es muy probable que Dilma convoque al consejo de política indígena y que haga anuncios sociales en materia de salud en las periferias, la entrega de viviendas populares, además de participar en un acto de recibimiento de la antorcha olímpica de los Juegos de Río 2016”, afirmó un allegado al ex presidente Lula.

En torno de Rousseff está planteada la hipótesis de nuevas elecciones, alentada por el presidente del Senado, Renan Calheiro, y calificadas como “el verdadero golpe” por Temer, ya que el calendario electoral las fecha para octubre del 2018. Calheiro, que pertenece al Partido del Movimiento de la Democracia Brasileña (PMDB) que integra Temer, que ayer se reunió con el vicepresidente, es un hombre clave porque el Senado cumplió su segunda sesión de la comisión de juicio político y de él depende gran parte de los trabajos y la llamada “pacificación” en caso de que Rousseff sea apartada del cargo.

Con la posibilidad de llegar a ser presidente interino y tal vez definitivo, Temer armó una agenda económica vinculada a nombres del liberalismo y al mundo financiero, que la presentó a los grupos de poder nacionales e internacionales para cerrar filas en torno de la recuperación económica del país. Un estrecho colaborador de Temer informó que el vicepresidente prepara la creación de un consejo especial de cinco personas, liderado por el ex gobernador de Rio de Janeiro Wellington Moreira Franco, para reflotar un plan de privatizaciones y administrar la política de concesiones vigentes. “La novedad sería la participación privada (llamada PPP) para gerenciar en el sistema público de salud, una agenda que siempre fue obstruida por el PT”, afirmó la fuente cercana a Temer.

El plan de concesiones de puertos, aeropuertos y carreteras forma parte del actual gobierno de Rousseff, pero Temer busca apoyos en el Partido Social de Democracia Brasileña (PSDB) del ex presidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2002) para avivar la confianza de los inversores. Las únicas resistencias a la participación del PSDB en una gestión de Temer, fueron impuestas por el senador, ex candidato presidencial y ex gobernador de Miras Gerais, Aécio Nieves, presidente del partido, quien anunció ayer que el próximo martes lanzará una agenda de emergencia para Brasil para condicionar al vicepresidente.

Temer está conformando a cielo abierto su gabinete y ya obtuvo el sí del que sería su ministro de Economía, Henrique Meirelles, ex presidente del Banco Central en la era de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) y ex presidente del Banco de Boston. Como condición pidió participar de la elección de un jefe de un Banco Central Autónomo. Para ese cargo, hoy ocupado por un funcionario de carrera elegido por Rousseff, Alexandre Tombini, están considerando a Ilan Goldfajn, economista jefe del Itaú, el banco privado más poderoso de Brasil.

Mientras tanto en el Senado, la comisión de juicio político discutió ayer sobre las “pedaleadas fiscales”, el delito por el cual se enjuicia a Rousseff, el mismo que se le adjudica al senador instructor del caso, el opositor Antonio Anastasia, cuando fue gobernador de Minas Gerais hasta 2014. Hoy está previsto que los abogados denunciantes, vinculados al PSDB, ofrezcan testimonio en la comisión de impeachment y el viernes lo harán los defensores de la presidenta, el abogado general de la Unión, José Eduardo Cardozo, y los ministros de Economía, Nelson Barbosa, y de Agricultura, Katia Abreu. Cardozo sostiene que no existe delito de responsabilidad para juzgar a Rousseff y que el proceso de trata de una “venganza” del presidente de Diputados, Cunha.

“La alegría” no es sólo argentina

>>> Por Rudy
Sátira 12/ Página 12/ Argentina


¿Cómo le va, lector, cómo anda? ¿Festejando la “revolución de la alegría”? ¿Vio que es taaaan exitosa, que a los brasileños les gustó, y la quieren ahí también? ¡Y mire que ellos de alegría saben ¿eh!? ¡Pero les gustó tanto nuestra alegría, que no pueden esperar que Dilma Rousseff, la presidenta que ellos mismos eligieron hace poco más de un año, termine su mandato en paz, y luego, sí, elegir a un candidato que les alegre el mandado con globos amarillos y “O globos” (¡uy, qué coincidencia!)

No, ellos están tan apurados por tener una alegría como la nuestra, tan ansiosos de sentir lo mismo que nosotros, que están acelerando el trámite. Acusaron a su presidenta de corrupción. O de corrosión, o de corrección, o de ser mujer como Cristina, o de…

* No haber salido campeones del mundo durante su mandato (mundial 2014)
* Que Messi es argentino
* Haber tenido una política económica neoliberal
* No haber tenido una política económica neoliberal
* No tener los ojos celestes y los globos amarillos como Mauricio
* De llamarse Dilma, nombre que lleva a la confusión de muchos, que tienden a decir “Vilma” porque de chiquitos veían Los Picapiedras
* De que su apellido “Rousseff” les suena demasiado a Rousseau, como el de la Revolución Francesa, y acá la única revolución que vale es “la de la alegría”
* De que al tener dos “s” y dos “f” seguidas en su apellido está desperdiciando recursos, ya que ella puede darse el lujo de tener dos letras, y hay gente que no tiene ninguna
* Que protestó cuando se enteró de que los EE.UU. la estaban espiando, sin entender que en la División Internacional del Trabajo a los EE.UU. les tocó espiar a todos
* De no ser Lula
* De ser del mismo partido que Lula
* De que si no la echan a ella ahora, capaz que después viene Lula de nuevo
* De que su partido propicia una ‘política distributiva (en realidad lo que critican es que sea distributiva entre los pobres, si fuera entre los ricos, no pasa naranja)
* De no distinguir entre la gente normal y los pobres, como nuestra benemérita vicemauricia
* De ser amiga de CFK y no de MM
* De no haber nombrado al rabino Bergman como ministro de Medio Ambiente
* De no tener cuentas en Panamá, como corresponde a alguien de su categoría
*De nada

Con todas esas causas en su contra, es casi obvio que los días de Dilma en el gobierno están contados, y no son muchos. Porque los brasileños tienen el mismo derecho que nosotros a la alegría.

Tienen derecho a tener un gobierno que sea equitativo, y les dé mucho a los que ya tienen, y les quite a los que no tienen nada, porque si no tienen nada es porque no lo necesitan.

Tienen derecho a un gobierno que concentre los medios de comunicación, para que en todos los canales, diarios y radios digan lo mismo, de manera de evitarles la trabajosa decisión de elegir a quién escuchar, y puedan dedicar su tiempo a la alegría.

Tienen derecho a un gobierno que los despida, es muy triste irse de un lugar sin que nadie te diga “Chau, adiós, arrivederci, va embora, guei gesunterheit (viajá con salud, en idish), au revoir, das vidaña (hasta mañana, en ruso), good bye o lo que sea, pero que te despidan.

Tienen derecho a ganar mucho menos dinero que antes, así se libran de comprar medicamentos que solamente sirven cuando uno está enfermo, y comen menos, lo que contribuye a estar mejor físicamente.

Tienen derecho a no tener que hacerse cargo de los demás, pagando impuestos y respetando leyes sociales que los obliguen a desprenderse de lo que tanto esfuerzo les costó ganar, heredar, afanar, rapiñar o como sea, pero ahora es de ellos y basta.

Tienen derecho a consumir lo que les digan que hay que consumir esos mismos medios que ahora les dicen que Dilma es mala y corrupta, y que los Reyes Magos existen y son Las Multinacionales, los Holdouts y los Bancos.

Tienen derecho a tener derecha.

Una cosa rara, lector. En estos días en los que los brasileños festejan que la alegría está por comenzar, y los argentinos festejamos que “y ya lo ve, y ya lo ve, somos deudores otra vez” (siempre lo fuimos, pero ahora mucho más), se celebra también el Peisaj (o Pesaj), llamada también Pascua judía, que recuerda el Exodo de Egipto hacia la libertad, que implicó 40 años de caminata en el desierto.

A ver… en Egipto había esclavitud, plagas, muchos dioses, comida para quien pudiera pagarla, pirámides para construirle al faraón… ¡había alegría! ¿por qué irse? ¡Inexplicable! En fin, lector, parece que los pueblos antiguos hacían esas cosas… hay que entenderlo, eran otros tiempos.

EL JUICIO ILEGAL DE LA BURGUESÍA CONTRA ROUSSEFF

por Ricardo Robledo
Cambio/ Bolivia

En política no se suma como en las Matemáticas. Muchas veces el que gana pierde. Es decir cree ganar; sobre todo cuando el triunfo se logra a partir de la fuerza o del engaño; pues, llega el momento en que la población supera su estado de postración y confusión; entonces, actúa, haciendo avanzar a la historia como nunca, de un día para otro.

En América Latina, la izquierda ha sido demasiado benévola con la oligarquía, ha aprovechado los resquicios de la democracia burguesa y le ha respetado sus instituciones tratando de rescatar el contenido liberal que pregona desde sus argumentos fundacionales.

Pero los dueños del capital mundial y del orden económico se dieron cuenta de que sus discursos y estamentos democráticos dejaban grietas por donde han entrado propuestas de gobierno que quieren aplicar realmente las bases de los contratos sociales que enuncia el liberalismo: la libertad, la fraternidad y la igualdad.

Los burgueses en todo el mundo no han sido capaces de aceptar los resultados de su propia argumentación democrática. Los gobernantes de izquierda, así elegidos, han sido perseguidos, desprestigiados, enjuiciados, destituidos, asesinados, les bloquean sus programas. El ataque mediático es permanente y tenaz.

Ahora se aumenta la presión sobre Dilma Rousseff, en un juicio en el que 100 de los 367 diputados votantes en contra están investigados por corrupción. Llama también la atención aquellos que hablan con Dios y votan en su nombre. Se invoca lo sobrenatural para enjuiciar sin bases a una Presidenta que no ha cometido delito alguno ante la ley de su país; ningún otro delito que no sea luchar contra el neoliberalismo y sus consecuencias sobre el empobrecimiento de la población.

Las burguesías no aceptan las derrotas y desconocen los resultados en los que han perdido en franca y honesta lid el debate electoral; de esta forma deslegitiman sus instituciones y discursos democráticos y se vuelven ilegales a ojos vistos en el plano nacional, regional e internacional.

Señores periodistas latinoamericanos, ¿qué es lo que está en crisis? ¿La izquierda o el sistema capitalista?

En Venezuela, ahora quieren la amnistía para los implicados en acciones violentas contra la sociedad y la institucionalidad y que continúan las acciones de bloqueo a los planes del Gobierno popular.

Brasil: El sombrío escenario del post-impeachment

por Fernando de la Cuadra /Alai

Después del triste espectáculo protagonizado por la Cámara de diputados que dio luz verde para la admisibilidad del proceso de impeachment, ahora es el senado quien debe decidir si aprueba o rechaza la apertura del proceso. La previsión es que ello sucederá el día 11 de mayo. La oposición ya cuenta con más 41 votos favorables para la casación del mandato de la presidenta, por lo que es altamente probable que Dilma Rousseff sea apartada del cargo por 180 días, lugar que asumirá el actual vice-presidente Michel Temer, un personaje que ha conspirado entre bambalinas la destitución de la mandataria. De una mera figura decorativa se ha transformado en el principal instigador del golpe institucional y parlamentario que se cierne sobre el país.

A pesar de todos los argumentos que pueda esgrimir la oposición, es indiscutible que lo que se encuentra en curso es un golpe político disfrazado de procedimiento jurídico, impulsado por quienes perdieron las elecciones y por otros aspirantes al poder que nunca lo conseguirían por medio del escrutinio popular. Ello quedó aún más evidencia a partir de una exposición secuencial de los motivos más bizarros invocados por los diputados que votaron a favor del impedimento: Dios, la familia cuadrangular, el cumpleaños de la nieta, la paz de Jerusalén, el sector agropecuario, etc.

De consumarse el golpe, un primer escenario que se vislumbra a más corto plazo, es que Michel Temer asumirá interinamente la presidencia, mientras concluye el proceso contra Dilma Rousseff. La previsión es que una absolución o condenación definitiva (en este caso se requieren 54 de 81 votos) recién sea realizada a mediados de septiembre -antes de las elecciones municipales del 2 de octubre- periodo en el cual pueden ocurrir muchas cosas. Aunque existen algunas razonables incertezas, por la actual composición del senado y por el efecto estampida que se observó en la Cámara, todo parece indicar que la tendencia es que la presidenta sea condenada y automáticamente destituida, asumiendo Michel Temer el cargo de presidente en forma definitiva hasta concluir el mandato en diciembre de 2018. Además de la casación, Dilma Rousseff quedaría inhabilitada durante ocho años para ejercer cualquier tipo de función pública.

Asimismo, el propio Michel Temer tampoco está libre de ser objeto de otro proceso de impedimento en su contra. En efecto, ya existe un proceso derivado de una acción popular que se encuentra estacionada en la Cámara en espera de una resolución de admisibilidad por parte de su presidente. Este recurso se sustenta en el hecho de que cuando ocupó interinamente el cargo de presidente por ausencia de la mandataria, Michel Temer también firmó algunas resoluciones que constituyeron “pedaladas fiscales”, es decir, existen fuertes indicios de que igualmente incurrió en crimen de responsabilidad fiscal.

Por otra parte, existe la posibilidad de que sea sancionado próximamente un parecer del Supremo Tribunal Electoral (TSE) que debe impugnar la chapa Rousseff-Temer por financiamiento ilícito de la campaña presidencial de 2014. Si este proceso se sanciona antes de la primera mitad del actual mandato (diciembre de 2016), se anula la chapa vencedora de la última elección y asume interinamente el presidente de la Cámara, Eduardo Cunha, que deberá convocar a nuevas elecciones en un plazo de 90 días. Si la casación ocurre a partir de la segunda mitad de mandato, la elección del nuevo mandatario o mandataria es realizada indirectamente por el Congreso Nacional. En esta hipótesis y considerando el conservadurismo y la baja índole moral del actual Congreso, no es para nada remota la posibilidad de que el escogido sea aun peor que Michel Temer y su cuadrilla del PMDB. El propio Eduardo Cunha, un personaje siniestro y declarado reo por el Supremo Tribunal Federal (STF) por innumerables casos de corrupción, puede llegar a ser, en función de sus articulaciones, el próximo presidente de Brasil. Esta posibilidad representa un futuro más que tenebroso para el país.

Además existe la alternativa de la renuncia inmediata de la presidenta y la convocación a nuevas elecciones. Pero a juzgar por las declaraciones de sus asesores y de la propia mandataria, la defensa de su inocencia va a ser llevada a cabo hasta la instancia final del juicio en su contra. De igual manera, Michel Temer también puede renunciar en caso de asumir la presidencia y llamar a nuevas elecciones. Ello va a depender de la vulnerabilidad que tenga, ya sea por los problemas de legitimidad que pesan en su contra, por una escalada de movilizaciones populares y una consecuente situación de ingobernabilidad en todo el país o por el avance del proceso de inhabilitación en su contra que lo dejaría inmune a una alta inestabilidad jurídica y administrativa.

Lamentablemente todos estos posibles escenarios permiten augurar que Brasil continuará sumergido en una crisis política profunda, a la que se viene a sumar una recesión económica grave y una casi completa falta de credibilidad moral y ética en la clase política y empresarial. Lo más previsible es que Brasil sea palco de muchas manifestaciones de protesta y descontento en un clima de creciente conflictividad, que ni siquiera la próxima Olimpiada podrá atenuar. Sin embargo, pensando dialécticamente, ello también puede representar una oportunidad para que las fuerzas progresistas se unan en torno a un amplio bloque histórico que impulse un proyecto de transformación con el fin de preservar y superar las conquistas ya alcanzadas.

Fernando de la Cuadra
Doctor en Ciencias Sociales. Editor del Blog Socialismo y Democracia.

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Brasil, otro país que fuma opio

Dilma optó con sabiduría. En la hora de las definiciones, o se está con el pueblo o se está contra el pueblo

 

 

Para Dilma Rousseff la coyuntura era determinante: sólo habían dos opciones. O se resguardaba en la trinchera de los defensores del sistema, o confiaba en el pueblo y hacía avanzar el tren de la historia. Y decidió dar el paso: “Las calles nos están diciendo que quieren que el ciudadano, y no el poder económico, esté en primer lugar […] La energía que viene de las calles es mayor que cualquier obstáculo. No tenemos que quedarnos inertes, incomodados o divididos. Por eso traigo propuestas concretas y la disposición para que discutamos al menos cinco pactos”. Los cuatro primeros suponen la reforma tributaria, de salud, transporte y educación. Pero el principal pacto es la reforma política: la convocatoria de un plebiscito que permita convocar a una Asamblea Constituyente. “El segundo pacto es sobre la construcción de una amplia y profunda reforma política que amplíe la participación popular y amplíe los horizontes de la ciudadanía. Este problema, que todos conocemos, ha entrado y salido de la agenda del país varias veces, y es necesario. Tienen la iniciativa para romper el punto muerto”, desafió la presidenta Dilma Rousseff a los representantes de los movimientos sociales a los que anunció su propuesta.

El mayor país suramericano, con casi 200 millones de habitantes, de dimensiones continentales, ha decidido fumar opio. Y con su presidenta Dilma a la cabeza. Por supuesto la reacción de la derecha brasileña no ha sido distinta a la que se podría esperar. “El Partido del Movimiento Democrático Brasileño -PMDB- está en contra de este referéndum”, ha declarado Eduardo Cunha, líder del PMDB en la Cámara de Diputados. José Serra, del PSDB (Partido de la Social Democracia Brasileña) declaró que la reforma era “un absurdo”. Pero también están los “asesores” que tratan de bajar el perfil a la propuesta de Dilma. Emir Sader comentaba: “Los abogados quieren reducir la propuesta de Dilma a una cuestión jurídica, cuando se trata de buscar el apoyo de la sociedad para presionar al Congreso”. Y la calle en este punto no se equivoca.

Sader observa que la elección de una Asamblea Constituyente, al tener un mandato exclusivo, facilitará el camino para eliminar los obstáculos partidistas que favorecen la composición de un Parlamento controlado por los intereses privados.“Dilma tiene la iniciativa política, atiende las demandas populares y pone las bases de una renovación del sistema político brasileño”, afirma. No será fácil. Deberá colocar una enorme energía política para acorralar las fuerzas de la derecha y a actores de su propio partido, que también se verán afectados por la nueva Constitución.

Lo que comenzó como una protesta por 20 centavos de real (45 pesos chilenos) ya es una insurrección civil en toda regla. Hace diez años, el empresariado y los sindicatos concordaron una estrategia de expansión productivista, en la cual el Estado ha protegido los intereses de las empresas brasileñas ante sus competidores globales, y ha impulsado el consumo interno por medio de programas de transferencia condicionada de renta, lo que en Chile llamaríamos política de “bonos” para los pobres. Estos programas sociales han sido efectivos para reducir la pobreza, pero no han supuesto una transformación estructural. Hoy, el pueblo brasileño de forma espontánea, pero lúcida y valiente, reclama en las calles Mudar o Brasil (cambiar Brasil).

Chile, tan cerca y a la vez tan lejos, vive un momento semejante. Desde hace dos años las demandas sociales han decantado en una aspiración sostenida y consciente que exige la convocatoria del Poder Constituyente. Un poder plenamente “institucional”, por más que le pese a los que creen que sólo es “institucional” hacer reformas en el marco de las instituciones de la ilegítima Constitución de Pinochet. “Fumadores de opio”, es la respuesta de parte de nuestra “Izquierda”, tan amiga del statu quo, desclasada, corrupta, aferrada con uñas y muelas a sus sillones y privilegios. Si sólo miraran un poco por encima de la cordillera, se darían cuenta que el mundo ya camina en otra dirección y más temprano que tarde, va a pasar por encima de sus cabezas.

Dilma optó con sabiduría. En la hora de las definiciones, o se está con el pueblo o se está contra el pueblo.

ALVARO RAMIS

(1) Sennett, Richard. Juntos. Rituales, placeres y política de cooperación, 2012. Anagrama, Barcelona.

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 784, 28 de junio, 2013)

Rousseff no está acusada en el escándalo de corrupción

La plaga de la corrupción

 

El NUEVO Herald/ Miami

JUNTA EDITORIAL


Mientras Brasil se embarca en el difícil proceso de buscar la salida de la presidenta Dilma Rousseff de su cargo, hay que recordar a los legisladores que cualquier movida hacia una impugnación debe ser por una grave violación de la ley, no por política. Aquí en Estados Unidos sabemos algo de eso.

Claro, no hay comparación entre las acusaciones o las situaciones que afrontó el ex presidente Bill Clinton, impugnado por la Cámara de Representantes hace casi 20 años pero que sobrevivió un juicio en el Senado, y las que encara Rousseff.

A Clinton lo acusaron de una relación impropia con una becaria de la Casa Blanca y de mentir bajo juramento sobre asuntos personales. A Dilma la acusan de violar regulaciones sobre finanzas del Estado, un truco presupuestario para ocultar un creciente déficit.

Son dos casos completamente distintos, y solo tienen en común el ímpetu político detrás del proceso de impugnación.

Clinton tuvo una conducta que no se espera en un presidente. Pero los republicanos que lo acusaron nunca lograron convencer a un público escéptico de que lo hacían por el interés nacional, y no por intereses políticos egoístas. El público tampoco consideró que las acciones de Clinton fueran tan terribles como reiteraban los republicanos.

Rousseff jugó con las finanzas públicas. Quería mejorar sus posibilidades de reelección en el 2014 y tomó prestados $11,000 millones de los bancos estatales para costear populares programas sociales creados para ayudar a los pobres, que forman la base de su partido.

Los expertos en leyes y derecho constitucional de Brasil tienen opiniones divergentes sobre si esa acción es motivo para que Rousseff salga del Palacio de Planalto. Los senadores deben considerar bien el tema al votar esta semana sobre la posibilidad de un juicio político.

Pero el verdadero problema no es la maniobra financiera que hizo la Presidenta, sino más bien la crisis de corrupción que azota a Brasil. Una enorme investigación de la corrupción ha implicado a unos 50 políticos y a varios líderes empresariales.

Rousseff es una de los pocos líderes políticos de alto rango que no está acusada de corrupción. Pero sí lo está Eduardo Cunha, presidente de la Cámara de Diputados de Brasil, el hombre al frente del proceso de impugnación de la Presidenta. Lo están investigando por lavado de dinero y por aceptar sobornos. Muchos acusados como él están entre los legisladores que van a decidir el futuro de la Presidenta.

Luego está el vicepresidente Michel Temer, un personaje político que disgusta al público y que reemplazaría a Rousseff, por lo menos durante el juicio en el Senado. Los testimonios lo implican, junto a aliados cercanos, en el escándalo de corrupción en Petrobras, la petrolera estatal.

Con la impugnación de la Presidenta, los políticos corruptos de Brasil tienen la oportunidad de ocultar sus propios delitos de la vista del público. Rousseff sería un chivo expiatorio para aplacar la sed de justicia de la gente, una persona a la que puedan culpar de los males del país.

Rousseff puede ser culpable de administrar mal la economía, pero no forma parte del escándalo de corrupción.

La única manera en que Brasil puede salir fortalecido de este lío es seguir confiando en las instituciones democráticas para llevar a los corruptos ante la justicia. Si se prueba que Rousseff cometió infracciones, es grave, pero la impugnación es un castigo desproporcionado por administrar mal el presupuesto.

Los brasileños deben ir tras los ladrones y decidir cuál será la suerte de los políticos corruptos y de los incompetentes.

EDITORIAL

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LA IZQUIERDA DE URUGUAY EXPRESÓ SU “RECHAZO” AL “PROCESO DE GOLPE DE ESTADO” A LA PRESIDENTA DILMA

La izquierda de Uruguay y varias organizaciones sociales como el PIT-CNT calificaron el proceso de juicio político a la presidenta de Brasil Dilma Rousseff iniciado en la cámara de Diputados como un “ataque a la democracia”.

Agregaron que se trata de un “golpe parlamentario” que contribuye a la “inestabilidad” política en la región.

Con similar tenor se pronunciaron las organizaciones continentales como la OEA y la Unasur.

Sin fundamento

En nuestro país, los candidatos a la Presidencia del Frente Amplio subrayaron que el proceso contra la mandataria no tiene fundamento y que únicamente responde a las intenciones de grupos adversarios al PT por reconquistar espacios de poder.

Roberto Conde, candidato a la presidencia del FA y excanciller, entre otros cargos que ocupó, consideró ante LA REPÚBLICA que el voto favorable de los diputados al juicio a Rousseff “es un ataque público” y “un derrumbamiento político” originado por “la derecha de Brasil” y a consecuencia de la “crisis económica surgida como consecuencia de la inestabilidad internacional”.

Para Conde, “la derecha de Brasil exorbitó el alcance de la norma jurídica para llegar adonde llegó” aunque advierte que “la ofensiva está prendida con alfileres”.

Consultado sobre si las entidades regionales como el Mercosur o la Unasur deberían activar la cláusula democrática tal como ocurrió en el 2012 cuando en Paraguay se destituyó al entonces presidente Fernando Lugo, Conde dijo que “sería muy temprano” considerar esa herramienta regional aunque supone que a nivel de las cancillerías se deben estar llevando adelante las consultas al respecto.

Empresariado incómodo

Por su parte, Javier Miranda consideró que bien puede hablarse de un golpe de estado institucional, porque “es evidente que el empresariado en situación de crisis no quiere un gobierno progresista como el de Dilma que redistribuya la rqueza. Es muy incómodo para ellos”, señaló.

“Iban a buscar cualquier excusa para golpearlo, pero también le dimos la excusa perfecta a la derecha, con la corrupción que sufrió nuestro hermano partido el PT y que es verdaderamente inaceptable, y hay que reaccionar contra ello”, indicó Miranda. “Pero eso no justifica este golpe de estado institucional, entre comillas porque es formalmente correcto pero institucionalmente inválido, ¿de qué crimen de violación a la Constitución se le acusa a Dilma?”, se preguntó.

José Bayardi, en tanto, entiende que el proceso iniciado en la cámara de Diputado de Brasil se trató de “un circo” donde los representantes “se portaban peor que la Amsterdam en un día de clásico” ironizó en radio Montecarlo. Para el legislador hubo “fundamentos fascistas” y señaló que “se vienen tiempos de mucha inestabilidad política en la región”.

Contra la voluntad popular

El otro candidato a la presidencia de la coalición de izquierdas Alejandro Sánchez, dijo a LA REPÚBLICA que “hay un proceso en Brasil con el cual algunos creen poder detener los cambios”. “Es un golpe parlamentario” dijo el dirigente “contra la voluntad popular. Sánchez reclamó una “respuesta institucional” a la crisis política en el vecino país “que genera inestabilidad”.

Sánchez también dijo que para activar la cláusula democrática de las entidades regionales “hay que esperar que se consuma el proceso” y que “son instrumentos de resorte de la cancillería. No obstante convocó a “manifestarse por todos los medios” en contra del juicio contra Rousseff que es “un objetivo de una fuerte ofensiva por el control de la región en la que buscan detener las transformaciones”. “No hay que escatimar ningún recurso” dijo, confesando que le llamó la atención “la tibieza con la que algunos dirigentes de la oposición de nuestro país se han pronunciado por este hecho”.

Solidaridad con Dilma

La Mesa Política del FA manifestó su “preocupación y rechazo” a “las acciones desestabilizadoras” en Brasil, y se solidarizó con Rousseff votando por unanimidad una declaración de apoyo. Advierte una “escalada de acusaciones y agravios” al gobierno de Rousseff y manifestó su solidaridad” con el gobierno, expresando su “confianza en que amplios sectores de la población, mediante la movilización popular, defiendan la democracia, la legalidad y el rumbo de políticas progresistas”.

El secretariado del Fa también dio a conocer su “rechazo” al “proceso de golpe de Estado” en Brasil, consideró porque el “impeachment” no tiene “fundamento jurídico”.

Este órgano de la izquierda uruguaya sostiene que este hecho político “ya lo vimos efectivizarse contra Manuel Zelaya en Honduras y en Paraguay contra Lugo”.

MLN-T y PS

El MLN Tupamaros y el Partido Socialista fueron dos de la organizaciones sectoriales que ayer dieron a conocer su posición con relación al juicio política contra la presidenta de Brasil.

Los socialistas manifiestan su “absoluto rechazo” a las acciones que “desestabilizan el gobierno”.

Los Tupamaros en tanto afirman que en Brasil actúan “parlamentarios corruptos que responden al mejor postor” y que se está produciendo el “show mediático de un Parlamento, que está lejos de representar al 50% que eligió a la presidenta”. “Frente a la avanzada de la Derecha, más organización, las respuestas las darán las luchas populares, Vai ter Luta” terminan manifestándose en portugués.

PIT-CNT

El coordinador del PIT-CNT Fernando Pereira dijo que “se está ante un golpe de Estado” que “se lo podrá disfrazar de una cobertura política pero lo que pasó, como lo que pasó en Paraguay, es un golpe de Estado”. Entiende que Rousseff “no puede ser destituida por una centena de diputados, todos o la mayoría, de dudosa conducta”.

La dirección del PIT-CNT se reunirá para, junto a otras organizaciones sociales y de derechos humanos, organizar una movilización en contra del golpe en Brasil.